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Costa Rica sufrió una conquista tardía. Si bien fue nuestro país el primero que tocó Colón en tierra firme, los españoles tardaron más de medio siglo en asentarse en territorio costarricense. Lo hicieron no por el Caribe, sino por el Pacífico. Después de muchos intentos, por fin lograron establecer una ciudad estable en las cercanías de la actual Cartago, que fungió como capital del territorio hasta después de la independencia.
Pero zonas muy extensas del territorio nacional permanecían libres del dominio español. En Talamanca, cuyo nombre original era Ará, permanecía una nutrida comunidad de indígenas de diversas etnias, algunas de ellos ya desaparecidas del todo.
Desde Cartago, los españoles organizaron incursiones para apoderarse de dos territorios indómitos: las tierras de Coto y el Diquís por el sur y Talamanca por el este. Para ello emplearon todas las tácticas: tanto el comercio como el terror. Durante el periodo colonial costarricense se dieron revueltas por parte de los indígenas ante el maltrato y dominio de los españoles. Algunos caciques fueron engañados y traicionados por los conquistadores, por lo que se revelaron y lucharon contra ellos.
Durante el mandato del gobernador Perafán de Rivera, los españoles habían dominado el territorio nacional, salvo la región de Talamanca. Desde la primera incursión en 1540, se manifestó el espíritu guerrero y libertario de los antecesores de nuestros pueblos Bribri y Cabécar. Los conquistadores tardaron 30 años en fundar, a orillas del Río Telire, la primera edificación en la zona, llamada Santiago de Talamanca.
En 1605, Diego de Sojo realizó una expedición por aquella zona y fundó, el 10 de octubre, Santiago de Talamanca. Pero la ciudad duró apenas unos años.
Este expedicionario trató con mucha brutalidad a los indígenas, los castigaba con azotes y otras crueldades. Ante tales atrocidades, los aborígenes hastiados de las arbitrariedades de los españoles, los indígenas se sublevaron, atacaron y destruyeron Santiago de Talamanca, lo que obligó a los españoles a retirase de ese territorio. Ya en 1610 el Useköl (máximo jefe religioso de los Bribris y Cabécares) Guaykara jefeó una acción indígena que arrasó con la Ciudad de Santiago de Talamanca, lo que obligó a los españoles a retirase de ese territorio. Todo el siglo XVII fue escenario de combates constantes sin que nunca los españoles lograran dominar la región. Fueron incontables las sublevaciones contra el conquistador en la región atlántica, hoy conocida como "Talamanca" por el nombre que impuso Diego de Sojo, originario de una región española del mismo toponímico.
En 1613, el Blu (que significa el "principal jefe político y militar") Coroneo sublevó a todas las tribus del este de la Provincia colonial. En 1620 se ahorcaron como "Caciques de Talamanca" a Juan Serraba, Francisco Kagrí, Diego Hebeno y Juan Ibaezara. En 1662 el Blu Kabsi con sus huestes, toma y destruye la recién fundada Ciudad de San Bartolomé de Duqueiba, fundada en los márgenes del Río Telire. A pesar de los intentos por someter a la población de esta zona y la política de despoblamiento recomendada por los Frailes Recoletos que entraron a la zona en 1689, la fuerza indómita de los teribes, llevaron a su traslado al sur, sobre el río Térraba en 1699.
Pero los planes españoles chocaron contra un obstáculo insalvable: ese obstáculo se llamaba Pabru Presbri, que pasó a la historia con su nombre castellanizado de Pablo Presbere. Pablo Presbere era entonces el Blu, que significa jefe político y militar de toda la población de Talamanca. él organizó la lucha contra los españoles y logró levantar un gran ejército que estuvo a punto de obtener la victoria.
Defensor de la libertad de los Pueblos OriginariosA finales del siglo XVII Talamanca es pacificada por los frailes franciscanos, quienes logran atraer a los indígenas a partir de su buen trato. Pero Presbere sospechaba de misioneros y veía con desconfianza sus actuaciones. Los indígenas estaban acertados en sus sospechas pues los frailes se habían propuesto llevar a cabo traslados masivos de los habitantes de estos poblados hacia otras localidades.
El día 28 de septiembre el cacique Pablo Presbere, que era el más temido en toda Talamanca, vio a los religiosos y a los soldados escribiendo cartas y se figuró que lo hacían para llamar a los españoles. Presbere, interceptó una carta de dichos religiosos dirigida a Guatemala, por lo cual se enteró que se había dado la orden de "sacar a poblar los indios... a la provincia de Boruca los que estuvieren cercanos a ella y a Chirripó y Teotique los que pudieren salir por la misma razón".
Para ello contaban con la venia del gobernador y con la aprobación del cabildo de la ciudad de Cartago. La intención de los frailes, de acuerdo con sus propias palabras era:...[sacar] a la provincia de Boruca los que estuvieren cercanos a ella, y a Chirripó y Teotique los que pudieren salir por la misma razón (porque) sus tierras (son) malas para administrarlos (...) A esto se añade que dentro la montaña hay el peligro del enemigo que coja los ministros (frailes), como ya lo ha hecho (...) y tomaron las lanzas contra nosotros en tres ocasiones o cuatro.
En un informe de enero de 1709, los frailes indicaban que se encontraban a punto de iniciar este traslado de población con la ayuda de los soldados:“Para principios de febrero saldremos para el paraje de Chirripó en compañía de los quince hombres para ejecutar lo que queda dicho; y cumplido el tiempo, como decimos... entraremos con toda la infantería de los treinta hombres adentro, sacaremos los primeros tres pueblos que llamamos San Bartolomé Urinama, Santo Domingo y San Buenaventura...”
La gran rebeliónEsta política de desarraigo de la Corona Española provocó la insurrección. Pocos meses después de iniciado el proceso de traslado forzoso de la población indígena, las naciones de Talamanca, los Cabécares y los Térrabas (incluidos los de la isla de Tójar o Colón en la bahía del Almirante, hoy territorio panameño), así como los indígenas que ya habían sido reducidos en el poblado de Chirripó, unieron esfuerzos y atacaron a los frailes y soldados españoles. La revuelta general fue dirigida por los líderes indígenas conocidos como Pablo Presbere y Pedro Comesala.
El 28 de setiembre de 1709 Bajo el liderazgo de PABLO PRESBERE, de quien se dice era conocido por el verdadero nombre "Pa Blu" o "Rey Lapa", la totalidad de las tribus asentadas en la zona, que barca lo que ahora se conoce como Almirante hasta Turrialba, hicieron la guerra incendiando los templos y guarniciones de los españoles.
En consecuencia, Presbere se levantó en armas en Talamanca, sublevó casi todos los pueblos de la comarca, en unión de muchos indios Borucas, Cabécares y Térrabas. Destruyó ermitas, imágenes religiosas, casas, etc., de los españoles. Presbere era cacique de la parcialidad de Suinsi.
Este sitio hoy día se considera que corresponde al actual Suinxy o Tswitsi, ubicado en la margen derecha del Río Coén y a unos cinco kilómetros al este de San José Cabécar. No era un líder guerrero, a pesar de que así aparece mencionado en los documentos por ser el dirigente de una revuelta armada. Es más probable que fuese un jefe religioso, un chamán entre los indígenas, según lo consignaron los propios frailes, antes de 1706. Cuando los misioneros entraron con soldados armados, Presbere rehusó bautizarse y mostró gran oposición a los misioneros. Al final aceptó el bautizo con el nombre de Pablo, pero probablemente por temor a los soldados. Sobre el otro líder Comesala se sabe bien poco. Era cabécar y cacique en la parcialidad donde los frailes fundaron la iglesia de Santo Domingo.
Ambos caciques unieron sus fuerzas en Suinsi, sin despertar la sospecha de los españoles. Desde aquí, Presbere, al mando de un grupo de guerreros indígenas cabécares y terbis tomó rumbo hacia el poblado de San Bartolomé de Urinama, donde se encontraba Fray Pablo de Rebullida. En un ataque sorpresivo dieron muerte al fraile y a dos soldados que allí se encontraban. Comesala y los indígenas de Santo Domingo, se dirigieron hacia el poblado de Chirripó, donde dieron muerte a Fray Antonio de Zamora, a dos soldados, la mujer y el hijo de uno de ellos. Posteriormente, el 28 de septiembre, una numerosa fuerza de indígenas, procedentes de los pueblos de San Buenaventura, la Santísima Trinidad, San Miguel, San Agustín y los de Jesús, armados de lanzas y broqueles, atacaron el pueblo cabécar de San Juan, donde se encontraba fray Antonio de Andrade en compañía del grueso de la tropa española. Cinco soldados perecieron en el enfrentamiento, logrando el resto huir a duras penas hacia el pueblo de Tuis, para luego trasladarse a Cartago; éstos eran treinta hombres y 18 soldados. Una vez que los españoles se retiraron, los indígenas prendieron fuego a catorce iglesias fundadas por los misioneros, los conventos y las casas de cabildo y destruyeron las imágenes y objetos sagrados de los misioneros. Tan solo se salvaron las dos iglesias de Viceíta, pues los indígenas de esta nación no participaron en el alzamiento.
En una carta escrita en Cartago, el 21 de octubre de 1709, el Fraile Antonio de Andrade, el único que logró escapar con vida gracias a que se encontraba acompañado de la mayor parte de los soldados, expresaba lo siguiente:“....el día 28 de Septiembre se armó contra nosotros a guerra, con tan bárbara crueldad, cual no ejecutara sino el hereje más tirano, pues no sólo mataron los indios de dicha conquista a diez soldados, una mujer y a los padres compañeros Fray Pablo de Rebullida y Fray Antonio Zamora, a traición, estando la mitad de ellos enfermos, sino que pegaron a los cuerpos fuego, quemando iglesias y todo, robaron todos los ornamentos y cosas de ropa de las iglesias y quemaron las imágenes de los santos, y en fin, todo cuanto juzgó de maldad su malicia ejecutó su tiranía. Escapó el Cabo-Gobernador de los treinta hombres y diez y ocho soldados y de ellos salieron dos heridos, y por más amparo divino que defensa natural, porque se conjuró toda la conquista, desde los Urinamas hasta la Isla de Tójar, y todas tres naciones Cabécares, Talamancas y Térrabas se coligaron como estoy informado, y sólo no cooperaron los de Chirripó pero de los demás, los que no pelearon lo supieron, consintieron y lo callaron los que nos podían avisar.”
Fin de la insurrecciónEn respuesta al ataque de los indígenas, el gobernador de Costa Rica preparó una gran expedición militar. La misión jefeada por el Gobernador comprendió una fuerza de 80 soldados que envió por Chirripó de Turrialba y otra apoyada por indígenas Borucas.
Como no había abastecimientos militares suficientes, pidió ayuda a la Audiencia de Guatemala. A principios de 1710 se recibieron armas blancas y de fuego, pólvora, balas y pesos en metálico. Se disponía ya en Cartago de un arsenal adecuado y de financiación para lanzar hacia Talamanca una considerable fuerza. El gobernador Lorenzo de la Granda y Balbín preparó un plan destinado a atacar Talamanca por dos frentes. Una fuerza compuesta por ochenta soldados al mando del Maestre de Campo D. José de Cassasola y Córdova, salió directamente con rumbo a Talamanca por el camino de Chirripó.
El gobernador, acompañado del Fraile Antonio de Andrade, se dirigió hacia el pueblo de Boruca a la cabeza de 120 soldados. Allí emitió la siguiente proclama, dirigida a los indígenas:
“...en cumplimiento de orden que tengo del gobierno superior de Guatemala para entrar a castigar a los indios rebeldes de las montañas de Talamanca (...) hago saber (...) que a los que vinieren a dar la obediencia al gobernador y capitán general del rey (...) les ofrezco en su real nombre el perdón en aquello en que hubieren delinquido, y a los que no vinieren los publico, por rebeldía, traidores a ambas majestades, que son merecedores de quemarlos vivos, como lo experimentaron en la guerra que desde luego les publico a todos los que no vinieren a dar la obediencia al rey mi señor (...)”Emitida esta proclama a son de caja y trompeta, el gobernador hizo abrir un sendero en la montaña para comunicar Boruca con Viceíta, al otro lado de la cordillera. Aquí los indígenas prefirieron ponerse de parte de los españoles, probablemente por miedo a la numerosa tropa, lo que permitió al gobernador pasar hacia Cabécar, donde luego se le unió la fuerza militar encabezada por nuestro paisano que había llegado por el camino de Chirripó.
Establecieron el cuartel general y emprendieron numerosas correrías hacia las tierras de los indígenas rebeldes, logrando capturar a unos 700, incluido el jefe Presbere. No obstante, el cacique Comesala y otros indígenas lograron escapar, escondiéndose en las escarpadas montañas. A pesar de que se les había ofrecido la paz a los rebeldes si se rendían, éstos prefirieron dar fuego a sus casas y huir, e igualmente implantaron numerosas trampas de estacadas. Cavaron huecos en cuyo fondo pusieron afilados palos que luego cubrieron con maleza, para que los soldados, inadvertidamente, cayeran y se ensartaran en las estacas.
Los españoles después de permanecer varios meses en las montañas de Talamanca, regresaron hacia Cartago en el mes de junio de 1.710 por “la fragosidad de las montañas y la entrada del invierno”. En el camino hacia Cartago perecieron y huyeron alrededor de 200 indígenas, de manera que a esta ciudad llegaron unos 500. Tal como había prometido el gobernador, estos indígenas fueron repartidos entre los expedicionarios, a fin de que los empleasen para su servicio personal. Debido a las duras condiciones a las que fueron sometidos, los indígenas traídos desde Talamanca murieron en gran número. A Cartago llegaron 505 prisioneros, porque los demás fueron muertos de camino por hambre, castigos y ahogados por ir amarrados. Según testimonio del gobernador Haya Fernández, nueve años más tarde, de los 500 indígenas que habían llegado a Cartago, quedaban solo 200. Los indígenas fueron repartidos y los líderes puestos en prisión para ser enjuiciados en un proceso que duró escasamente 15 días. Respecto del cacique Presbere y los demás líderes fueron todos encarcelados en el convento de La Soledad en espera de ser enjuiciados.
En el Archivo General de Indias en Sevilla, España se mantienen los documentos originales del juicio, la sentencia condenatoria contra Presbere y el cumplimiento de la pena de muerte, en un expediente sobre reducción de los indios Talamanca de la Audiencia de Guatemala.
Juicio y muerte de Pablo PresbereJunto con PRESBERE fueron enjuiciados los UjtéoLpa Baltazar Siruro (Alianza de AWAPAS o perteneciente al clan Tsiruruwak), Pedro Bocrí (¿bakaLi o zorro?), Pedro Vetuqui (significa en sus piernas), García Uraburo (clan Urabruwak), Cipriano Sicagua (clan Skawak) y Antonio Uruskara (clan Uruskawak). También los Yeria (cazadores o guerreros), Ventura Sodé, Melchor Daparí (lugar de Talamanca) y Antonio Cachaverri (Kachabri). El Useköl Pedro Comesala (principal líder religioso) no pudo ser capturado por los españoles. En el juicio, PRESBERE mostró una gran entereza moral y fortaleza en sus principios al negarse a responder y acusar a sus compañeros:
“Fuele preguntado cómo se llama, de á dónde es natural, que edad y oficio tiene: dijo que se llama PABLO PRESBERE y que es de la nación que llaman, en la Provincia de Talamanca, Suinse; no pudo decir su edad: parece por su aspecto ser de más de cuarenta años y que es cacique de dicha nación, y esto responde.”
“Fuele preguntado si sabe que el Rey nuestro Señor (Dios le guarde) tiene todas sus ciudades, villas y lugares tiene puestos sus reales justicias para castigar lo malo y premiar lo bueno: dijo que lo ha oído, y esto responde.”
“Fuele preguntado si estando en la inteligencia de lo que contiene la pregunta antes de ésta ¿cómo cometió en grave y atroz delito de conspirar los indios de las naciones que estaban reducidos al yugo de nuestra fe católica por medio de ministros evangélicos y con ellas ejecutó el dar muerte a los Reverendos Padres Fray Pablo Rubudilla, Fray Juan Antonio Zamora, diez soldados y la mujer de uno de ellos en los, pueblos de Chirripó, Urinama y Cabécar quemando iglesias, cogiendo los ornamentos sagrados, los cuales parecieron hechos pedazos haciendo menosprecio de ellos?”
“Dijo que porque vinieron los indios de Tuina, Cabécar y San Buenaventura y los de San Juan y Santo Domingo escribir papeles, así a los Reverendos Padres como al Padre Fray Antonio de Andrade y soldados de los que estaban en su compañía, para esta ciudad, juzgando era para que fuera los españoles a sacarlos de sus pueblos para ello, cuya voz corrió entre ellos: vieron los que se aunaron y cometieron el delito que contiene lo que se le pregunta, y esto responde.”
“Fuele preguntado si sabe ó vio que Balthasar, Pedro Pocrí, Antonio Truscara, Pedro Bettuqui y Melchor Daparí, á quienes trajo presos el dicho maestro de campo á esta ciudad y hoy prendí al último en ella, cooperaron en dicho alzamiento y muerte: dijo que no sabe que ninguno de los contenidos cometiesen tal delito y esto responde.
Fuele preguntado si conoce á sabe que otros indios de los que sacó dicho maestro de campo á esta dicha ciudad, sean cómplices en el alzamiento y muerte: dijo que no sabe ni oyó decir que ninguno de los dichos indios hiciese tal cosa y esto responde.
Y aunque se le hicieron otras preguntas y repreguntas en razón de la dicha conspiración, muertes de dichos Reverendos Padres y soldados, dijo que dice lo mismo que tiene dicho en los antecedentes..." (Fernández, 1976:252-253)
Pablo Presbere, primer Gran Héroe de CostaRicaEl 1° de julio de 1710, el capitán general de la Provincia de Costa Rica Lorenzo Antonio de Granda y Balbín dictó sentencia contra Presbere, fue sentenciado a morir arcabuceado, ya que en la ciudad de Cartago no había verdugo para aplicar el martirio llamado "dar garrote", consiste en que al preso se le sienta en una silla aplicándosele un torniquete en el cuello al cual se le da vuelta lentamente. Fue exhibido por toda la ciudad en la que se pregonaría su delito, luego morir arcabuceado y finalmente decapitado, para exhibir su cabeza en un mástil.
La sentencia que se cumplió el 4 de julio del año de 1710 decía así: ... fallo que de condenar al dicho Pablo Presbere, por lo que contra él está probado, sin embargo, de la negativa que tiene hecha en su confesión, que sea sacado del cuarto donde le tengo preso y puesto sobre una bestia de enjalma y llevado por las calles públicas de esta ciudad con voz de pregonero que diga y declare su delito, y estramuros de ella, arrimado á un palo, vendado los ojos, ad módum deli sea arcabuzceado, atento a no haber en ella verdugo que sepa dar garrote; y luego que sea muerto le sea cortada la cabeza y puesta en alto que todos la vean en el dicho palo...
El 4 de julio se cumplió la sentencia. Pablo Presbere muere con el honor de haber libertado a su gente, pero su nombre y su lucha contra el oprobioso yugo español sigue vivo. La conquista española nunca pudo doblegar a los talamanqueños, abandonando su lucha por cegar la libertad de este pueblo. Cuando los costarricenses declararon la independencia en 1821, Talamanca era ya un territorio libre del dominio español.
4 DE JULIODíA DEDICADO A PABLO PRESBERE La muerte de PABLO PRESBERE ocurrió el 4 de julio de 1710. Sin embargo, el Useköl Pedro Comesala le sobrevivió para reorganizar la nación de Ará o Talamanca. El 4 de julio, fecha de su fusilamiento, los indígenas lo recuerdan como su día, en conmemoración de más de cinco siglos de lucha contra el dominio extranjero.
Hoy día, Talamanca sigue mostrando el mismo espíritu indómito y liberatorio. Como ayer, la unidad de su pueblo y dirigentes, sigue siendo clave para enfrentar los retos del presente y del futuro. Ante la afrenta de los que quieren celebrar la conquista española, se levanta desafiante el espíritu y el puño de Pablo Presbere, Cacique de Suinsi.
En un acto de reconocimiento a la acción irreductible, de dignidad heroica y ejemplar de tantos indígenas que cayeron ante la conquista europea, el miércoles 19 de marzo de 1997, a las cinco de la tarde, el Plenario Legislativo declaró a PABLO PRESBERE como “DEFENSOR DE LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS.”
Pa-brú Pres Beri (Pablo Presbere)Presbere fue un jefe bribri del río Coén, específicamente del lugar llamado Suinsi, más vinculado a actividades de carácter mágico que a la guerra. Los del Alto Lari, llamados Viceítas sí eran guerreros y lo entregaron a los españoles. El temor que infundía -así lo consignan las crónicas- se explicaría más por su relación con el kapá –usékar- máximo líder religioso a quien se atribuyen poderes sobrenatutales, que por su condición de guerrero, circunstancia que lo convirtió en líder de una gran rebelión planificada que unificó a los indígenas desde Chirripó hasta la isla de Tójar o Colón en la bahía del Almirante, hoy territorio panameño.
Presbere no se llamó Pablo, sino Pa-brú, que quiere decir “jefe o rey de las lapas” (pa significa en bribri lapa y buLu’ o bLu’ jefe o cacique; la “L” representa en la grafía para dicho idioma, un sonido intermedio entre la “r” y “l” que no existe en español, por lo que se opta utilizar la “r” para mayor comprensión).
De inmediato me expuso la dificultad que representaba para el uso literario la palabr
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a “lapa”, un costarriqueñismo al parecer por analogía entre la fuerza prensil de las garras del ave y la adherencia del molusco a las rocas. La solución se dio con el uso del genérico guacamaya, aunque sin renunciar al anterior, que produjo las mágicas escenas del libro, cuando cientos de lapas se posan sobre el cabildo y luego sobre el campanario de la iglesia en Cartago durante el arresto y ejecución de Presbere.
Esta versión del verdadero apelativo de Presbere, castellanizado en Pablo, no solo demuestra que su memoria sigue viva para los Bribris, después de su muerte, sino que es totalmente plausible en virtud de lo siguiente. Existió entre los Bribris un especialista, enterrador (kuka’oköm) encargado de llevar y sacrificar una guacamaya en los funerales de personas importantes y de hacer una danza mientras portaba, amarradas a un bastoncillo, las plumas rojas de dicha ave. Los niños no deben tocarla ni las mujeres comerla; los hombres la comen en un recipiente especial y tienen que lavarse las manos previo a su manipulación. Lo anterior sugiere la importancia ritual de la lapa y refuerza la hipótesis del poder mágico-religioso asociado a Presbere.
Un posible significado del vocablo Presbere o Presberi. Pres podría derivar de un lugar de aguas salobres; bere, bri o beri se refiere a los caños por donde corre el agua en invierno (término muy utilizado en las zonas escarpadas de Talamanca, del que proviene el nombre de la tierra de los Bribris: Bribritka). De tal modo que Presbere vendría de una quebrada u hondonada cercana al río Tswi’tsi (Suinse) que significa “espalda de armadillo”.
Además, un valioso testimonio de tradición oral sobre el origen de Presbere fue recogido en boca del awá Pedro García, de Coroma, del cual extraemos lo siguiente: “El era un gran cacique, luchó contra los blancos, organizó todos los indígenas, en ese tiempo hay indígenas desde Turrialba hasta Almirante, muchísimos indígenas...en ese tiempo parece que ya están los misioneros, los padres...al final, al cabo pues, parece que lo capturaron en Biskichá”.